Trabajando con la familia
Clor. Graciela B. Francisco
Las primeras personas que suelen acercarse en busca de información sobre el consumo de drogas, tipos y formas de tratamiento, y qué hacer o cómo ayudar a alguien que consume drogas, son miembros de la familia (y aunque en menor medida, también amigos). Las que más consultan son las mamás, también las parejas de padres y, últimamente, los hijos.
Llegan en distinto estado de angustia: desde los que les parece y quisieran saber más, no están seguros y aún no saben qué conviene hacer ni qué quieren como familia, hasta los que están desesperados y desesperanzados y
sólo quieren expulsar a este miembro que se ha adueñado de todos ellos. Entre ambos extremos debemos atender a una enorme gama de posibilidades, de tipos de problemas, de demandas de soluciones, etc.
Hablaremos de los casos en que llegan en busca de orientación, (no de una demanda concreta de tratamiento, en que se obraría de otra manera) ya sea familiar o amigo, ya se encuentre en cualquier nivel de angustia la familia o de consumo el involucrado, por eso a este espacio en algunos lugares se le llama así: Grupo o Espacio de orientación.
Siempre que se pueda se trabaja en grupo, con más de una familia, ya que la interacción y las distintas experiencias enriquecen a todos.
El rol de la familia en un proceso de recuperación de consumidores de sustancias es fundamental, por eso uno de los primeros pasos es evaluar con quién se cuenta, citarlos, ver si están dispuestos, cuáles son sus circunstancias y posibilidades reales... es decir, formar la red de soporte y contención con que contaremos, al mismo tiempo que se evalúa el nivel de consumo y/o compromiso con la sustancia de la persona que consume. Todo esto aún sin la presencia del consumidor, ya que si estas alternativas se están dando es porque la persona involucrada no quiere hacer un tratamiento. Anteriormente me referí a que los pasos a seguir son distintos si la demanda es de tratamiento concretamente.
De estas primeras evaluaciones surgen, entre otras cosas, las posibilidades de convocatoria al consumidor para tener con él una entrevista, fundamental para proponer un tratamiento.
Si bien los tratamientos se dividen genéricamente en tres grandes grupos, denominados según la relación de “hospedaje” del consumidor con su centro de recuperación en: Ambulatorio, Hospital de día o Comunidad Terapéutica, una vez elegido el mismo, el diseño terapéutico es total y absolutamente personalizado y se va acomodando según el proceso vivido por cada uno.
La cantidad de variables que intervienen hace fundamental esta forma de trabajo, y por eso nos van a oir repetir tanto que es una especialidad, y bastante compleja.
Estas variables posibles son de orden físico, psíquico, familiar, social, cultural y espiritual y hacen que el problema del consumo de alcohol o sustancias sea considerado un fenómeno y se necesite un equipo transdisciplinario para tratarlo. Algunas de esas variables se encuentran compartidas por las familias, y también con ellas se va trabajando en forma personalizada. Cuanto mayor número de variables sean tenidas en cuenta y modificadas según las necesidades de cada caso, mejores resultados se obtendrán
. Por una cuestión práctica no haré la diferencia entre usadores, abusadores y adictos, sino simplemente me referiré a los “consumidores”.
Me gusta hacer una analogía gráfica que a veces sirve para ilustrar lo que sucede: si comparamos las variables que intervienen en la figura del consumidor con la cerradura de una caja fuerte (de caudales), en la que una serie de muescas deben estar alineadas para poder abrirla, y consideramos que cada una de ellas son los aspectos físicos, psíquicos, familiares, etc., lo que intentamos hacer es modificarlos (anular las muescas) para que ese canal de ingreso de la droga se cierre, dejándola afuera.
Dijimos que la familia es uno de los aspectos a considerar, y que además pueden estar compartiendo otros, por eso es tan importante su presencia y disponibilidad. También la familia posee una de las características más positivas (creo que indispensable) que podamos encontrar: es la que lo ama, la que desea invertir todo el tiempo y recursos necesarios de que disponen para su recuperación.
A veces bastan algunas entrevistas, y otras serán necesarios varios meses para arribar a los objetivos propuestos.
Los objetivos los fijan las familias. Son ellas, en última instancia, las que toman las decisiones y de ellas es la responsabilidad. Desde la coordinación de estos grupos se ayuda a pensar, a elegir caminos con los que obtener los resultados, a veces es necesaria una información concreta, a clarificar los valores y comunicarlos, siempre desde un lugar de escucha, respeto y contención. La participación de familias transitando distintas instancias de un mismo camino, compartiendo experiencias a veces muy dolorosas y otras de mucha esperanza, sirve como espejo donde se pueden ver reflejadas e incorporar como propios los aprendizajes de los demás miembros del grupo.
Recordando a Rogers, podríamos decir que en algún momento falló el tener en cuenta a la persona como persona, y desde el Grupo de orientación se facilita el proceso tendiente a recuperar ese contacto.
gracielafrancisco@yahoo.com.ar
lunes, 22 de septiembre de 2008
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