Las peleas nuestras de todos los días….
Cada una de las partes que configuran una pareja, no viene sola al matrimonio, trae consigo su historia, su cultura familiar, y deben elaborar en conjunto un nuevo proyecto, podríamos llamarlo un acuerdo, donde cada uno pondrá sus expectativas.
Estas expectativas en la pareja son poderosos determinantes de la conducta, asignar tareas y responsabilidades, metas y objetivos con respecto a:
Estilos de vida
Educación de los hijos
Manejo de dinero, etc.
Y esto va cambiando a medida que el ciclo de vida vaya cambiando, lo que era bueno ayer ya no lo es hoy, otra edad, otras obligaciones…
Los crecimientos de las personas no siempre se dan al unísono, y es ahí cuando aparece la sensación de haber sido traicionado en ese acuerdo básico, y aparecen los temores, la descolocación, la queja y la pelea.
El Counseling Centrado en la pareja facilita el encuentro y la escucha, a través de un vínculo de aceptación y de confianza,
Posibilita a cada integrante de la pareja entrar en el mundo básico de la relación, Posibilita la explicitación de los “supuestos”, de lo dicho y lo no dicho.
Permite, desde ese marco de confianza, al acceso verbal a desilusiones profundas.
El Counseling Centrado en la pareja tiene como postulados básicos el que cada uno devenga en persona independiente y solidaria; cuanto más se acepte a si mismo cada miembro estará más dispuesto a permitir al otro ser él mismo; advertir la conducta propia y del otro, compenetrarse en los sentimientos mutuos.
Volver a mirarse a los ojos, poder reírse y utilizar el humor más frecuentemente.
“… LIBERTAD Y NEGOCIACIÓN PERMANENTE, LAS NUEVAS NORMAS DE CONVIVENCIA”
Counselor Ester Silvia Dorfman.
Tel: 4772-0667
Cel: 15-64621948
E-mail:estersilvia@gmail.com
Ex integrante de la AAC
Docente titular de las cátedras de Counseling en sexualidad
Counseling en Pareja y Familia
Counseling aplicado.
Practica en consultorio
Desarrollo personal
Parejas, vinculares
Focusing
Problemáticas de la inmigración
sábado, 28 de junio de 2008
viernes, 27 de junio de 2008
Resiliencia: Otra Oportunidad es Posible
Según la definición de diccionario el término resiliencia en psicología “ refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a tragedias o períodos de dolor emocional. Cuando un sujeto o grupo humano es capaz de hacerlo, se dice que tiene resiliencia adecuada, y puede sobreponer a contratiempos o, incluso, resultar fortalecido por los mismos”.
El Dr. Cyrulnik, neuropsiquiatra, psicoanalista, etólogo francés y uno de los mayores exponentes en el mundo de la teoría y práctica de la resiliencia la desarrolló a partir de su propia experiencia sobre su tragedia personal.
En la actualidad, el concepto de resiliencia no solo se relaciona con el atravesamiento de grandes pérdidas, catástrofes o guerras sino que podemos apelar a nuestra capacidad interior (a nuestra propia luz, según algunos) para superar situaciones cotidianas, quizá no tan traumáticas pero no menos importantes. Todos tenemos una capacidad innata de auto superación pero no todos tenemos los elementos necesarios para poder ponerla en práctica. Los factores que podemos mencionar para hacerla más efectiva son:
Autoestima consistente. Es la base de los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por un adulto significativo, “suficientemente” bueno y capaz de dar una respuesta sensible.
Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir del reconocimiento del otro. De allí la posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o delincuentes, con el fin de obtener ese reconocimiento.
Independencia. Se definió como el saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. Depende del principio de realidad que permite juzgar una situación con prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta capacidad.
Capacidad de relacionarse. Es decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen aislamiento: si es baja por autoexclusión vergonzante y si es demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que se supone.
Iniciativa. El gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
Humor. Encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos aunque sea transitoriamente y soportar situaciones adversas.
Creatividad. La capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.
Moralidad. Entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores. Es la base del buen trato hacia los otros.
Capacidad de pensamiento crítico. Es un pilar de segundo grado, fruto de las combinación de todos los otros y que permite analizar críticamente las causas y responsabilidades de la adversidad que se sufre, cuando es la sociedad en su conjunto la adversidad que se enfrenta. Y se propone modos de enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de criticar el concepto de adaptación positiva o falta de desajustes que en la literatura anglosajona se piensa como un rasgo de resiliencia del sujeto (Melillo, 2002).
Como docente y capacitador me interesé en investigar la resiliencia para poder aplicarla en el ámbito educativo, sobre todo con los muchos alumnos de mediana edad en adelante que se me acercan para contarme “el trauma” (sic) que tienen por no saber hablar inglés o por su imposibilidad de hablarlo luego de años de estudio y experiencias frustrantes. En varias historias se repiten frases que aún hoy resuenan tales como “vos no servís para los idiomas”, “no naciste para el inglés”, “no tenés oído y pronunciás mal”, “mejor dedicate a otra cosa”, etc.
Creo que con esos significantes rondando en la cabeza, la mochila se hace muy difícil de sobrellevar porque el hecho de aprender se vive como una tortura con un final que ya de antemano se imagina como infructuoso.
El Informe Delors de la UNESCO de 1996 especificó como elementos imprescindibles de una política educativa de calidad, la necesidad de que ésta abarque cuatro aspectos: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir con los demás y aprender a ser. Los dos primeros aspectos son los que se enfatizan tradicionalmente y se trata de medir para justificar resultados. Los dos últimos son los que hacen a la integración social y a la construcción de ciudadanía. Para el desarrollo de los últimos (y también de los primeros) sirven los programas que promueven la resiliencia en las escuelas.
La construcción de la resiliencia en la escuela implica trabajar para introducir los siguientes seis factores constructores de resiliencia (Henderson y Milstein, 2003):
1. Brindar afecto y apoyo proporcionando respaldo y aliento incondicionales, como base y sostén del éxito académico. Siempre debe haber un “adulto significativo” en la escuela dispuesto a “dar la mano” que necesitan los alumnos para su desarrollo educativo y su contención afectiva.
2. Establecer y transmitir expectativas elevadas y realistas para que actúen como motivadores eficaces, adoptando la filosofía de que “todos los alumnos pueden tener éxito”.
3. Brindar oportunidades de participación significativa en la resolución de problemas, fijación de metas, planificación, toma de decisiones (esto vale para los docentes, los alumnos y, eventualmente, para los padres). Que el aprendizaje se vuelva más "práctico", el currículo sea más "pertinente" y "atento al mundo real" y las decisiones se tomen entre todos los integrantes de la comunidad educativa. Deben poder aparecer las “fortalezas” o destrezas de cada uno.
4. Enriquecer los vínculos pro-sociales con un sentido de comunidad educativa. Buscar una conexión familia-escuela positiva.
5. Es necesario brindar capacitación al personal sobre estrategias y políticas de aula que trasciendan la idea de la disciplina como un fin en sí mismo. Hay que dar participación al personal, los alumnos y, en lo posible, a los padres, en la fijación de dichas políticas. Así se lograrán fijar normas y límites claros y consensuados.
6. Enseñar "habilidades para la vida": cooperación, resolución de conflictos, destrezas comunicativas, habilidad para resolver problemas y tomar decisiones, etcétera. Esto sólo ocurre cuando el proceso de aprendizaje está fundado en la actividad conjunta y cooperativa de los estudiantes y los docentes.
Podría agregar a las conclusiones del informe la necesidad de tomar conciencia como sociedad toda de la importancia trascendental del hecho educativo, de su proceso, sus implicancias y su impacto en la vida cotidiana.
Cuando realmente valoremos, jerarquicemos y pongamos a una educación de calidad con alto nivel de profesionalismo comprometido con ella en el centro de la escena, creo que nuestra calidad de vida comenzará a cambiar y perdurar en el tiempo.
Jorge Cheula
Psicólogo operativo/ Profesor de inglés
www.ces-ingles.com.ar
info@ces-ingles.com.ar
TE:4547-3379
El Dr. Cyrulnik, neuropsiquiatra, psicoanalista, etólogo francés y uno de los mayores exponentes en el mundo de la teoría y práctica de la resiliencia la desarrolló a partir de su propia experiencia sobre su tragedia personal.
En la actualidad, el concepto de resiliencia no solo se relaciona con el atravesamiento de grandes pérdidas, catástrofes o guerras sino que podemos apelar a nuestra capacidad interior (a nuestra propia luz, según algunos) para superar situaciones cotidianas, quizá no tan traumáticas pero no menos importantes. Todos tenemos una capacidad innata de auto superación pero no todos tenemos los elementos necesarios para poder ponerla en práctica. Los factores que podemos mencionar para hacerla más efectiva son:
Autoestima consistente. Es la base de los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por un adulto significativo, “suficientemente” bueno y capaz de dar una respuesta sensible.
Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir del reconocimiento del otro. De allí la posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o delincuentes, con el fin de obtener ese reconocimiento.
Independencia. Se definió como el saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. Depende del principio de realidad que permite juzgar una situación con prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta capacidad.
Capacidad de relacionarse. Es decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen aislamiento: si es baja por autoexclusión vergonzante y si es demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que se supone.
Iniciativa. El gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
Humor. Encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos aunque sea transitoriamente y soportar situaciones adversas.
Creatividad. La capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.
Moralidad. Entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores. Es la base del buen trato hacia los otros.
Capacidad de pensamiento crítico. Es un pilar de segundo grado, fruto de las combinación de todos los otros y que permite analizar críticamente las causas y responsabilidades de la adversidad que se sufre, cuando es la sociedad en su conjunto la adversidad que se enfrenta. Y se propone modos de enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de criticar el concepto de adaptación positiva o falta de desajustes que en la literatura anglosajona se piensa como un rasgo de resiliencia del sujeto (Melillo, 2002).
Como docente y capacitador me interesé en investigar la resiliencia para poder aplicarla en el ámbito educativo, sobre todo con los muchos alumnos de mediana edad en adelante que se me acercan para contarme “el trauma” (sic) que tienen por no saber hablar inglés o por su imposibilidad de hablarlo luego de años de estudio y experiencias frustrantes. En varias historias se repiten frases que aún hoy resuenan tales como “vos no servís para los idiomas”, “no naciste para el inglés”, “no tenés oído y pronunciás mal”, “mejor dedicate a otra cosa”, etc.
Creo que con esos significantes rondando en la cabeza, la mochila se hace muy difícil de sobrellevar porque el hecho de aprender se vive como una tortura con un final que ya de antemano se imagina como infructuoso.
El Informe Delors de la UNESCO de 1996 especificó como elementos imprescindibles de una política educativa de calidad, la necesidad de que ésta abarque cuatro aspectos: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir con los demás y aprender a ser. Los dos primeros aspectos son los que se enfatizan tradicionalmente y se trata de medir para justificar resultados. Los dos últimos son los que hacen a la integración social y a la construcción de ciudadanía. Para el desarrollo de los últimos (y también de los primeros) sirven los programas que promueven la resiliencia en las escuelas.
La construcción de la resiliencia en la escuela implica trabajar para introducir los siguientes seis factores constructores de resiliencia (Henderson y Milstein, 2003):
1. Brindar afecto y apoyo proporcionando respaldo y aliento incondicionales, como base y sostén del éxito académico. Siempre debe haber un “adulto significativo” en la escuela dispuesto a “dar la mano” que necesitan los alumnos para su desarrollo educativo y su contención afectiva.
2. Establecer y transmitir expectativas elevadas y realistas para que actúen como motivadores eficaces, adoptando la filosofía de que “todos los alumnos pueden tener éxito”.
3. Brindar oportunidades de participación significativa en la resolución de problemas, fijación de metas, planificación, toma de decisiones (esto vale para los docentes, los alumnos y, eventualmente, para los padres). Que el aprendizaje se vuelva más "práctico", el currículo sea más "pertinente" y "atento al mundo real" y las decisiones se tomen entre todos los integrantes de la comunidad educativa. Deben poder aparecer las “fortalezas” o destrezas de cada uno.
4. Enriquecer los vínculos pro-sociales con un sentido de comunidad educativa. Buscar una conexión familia-escuela positiva.
5. Es necesario brindar capacitación al personal sobre estrategias y políticas de aula que trasciendan la idea de la disciplina como un fin en sí mismo. Hay que dar participación al personal, los alumnos y, en lo posible, a los padres, en la fijación de dichas políticas. Así se lograrán fijar normas y límites claros y consensuados.
6. Enseñar "habilidades para la vida": cooperación, resolución de conflictos, destrezas comunicativas, habilidad para resolver problemas y tomar decisiones, etcétera. Esto sólo ocurre cuando el proceso de aprendizaje está fundado en la actividad conjunta y cooperativa de los estudiantes y los docentes.
Podría agregar a las conclusiones del informe la necesidad de tomar conciencia como sociedad toda de la importancia trascendental del hecho educativo, de su proceso, sus implicancias y su impacto en la vida cotidiana.
Cuando realmente valoremos, jerarquicemos y pongamos a una educación de calidad con alto nivel de profesionalismo comprometido con ella en el centro de la escena, creo que nuestra calidad de vida comenzará a cambiar y perdurar en el tiempo.
Jorge Cheula
Psicólogo operativo/ Profesor de inglés
www.ces-ingles.com.ar
info@ces-ingles.com.ar
TE:4547-3379
Los jóvenes que cometen delitos
Hoy en día nuestra sociedad se encuentra invadida por temas que nos preocupan, pero sin duda la delincuencia juvenil es uno de los temas más preocupantes en nuestro país.
Como sabemos, los jóvenes que cometen delitos son adolescentes que tienen sus derechos vulnerados. Son menores en riesgo, los cuales se encuentran demasiado lejos de la Ley del Patronato que les garantiza el derecho a la infancia. El niño es un sujeto de derecho, por ello, el pobre, el niño drogadicto y el niño delincuente forman una tríada casi siempre ensamblada, la cual es difícil de abordar debido a que los tres factores son de gravedad inindiscutible y se pierden de vista los derechos que les debieran ser garantizados.
Se escucha en diferentes ámbitos el tema de “que las familias son como son” y ninguna respuesta a la situación de riesgo a la que éstos están expuestos a diario por falta de referentes y contención social adecuadas. El Estado debe recuperar el rol de la familia y dar cumplimiento de esos derechos en la vida cotidiana.
Es necesario recordar que los niños delincuentes se encuentran en manos de un Régimen Penal de Minoridad, en el cual los jueces de menores actúan como si fueran sus padres, dependiendo de la situación personal y familiar del niño, y tratando de manejar el tema lo mas favorablemente posible, pero ¿Alcanza?, sin duda no, pues esta temática se incrementa día a día y parece ser cada vez mayor.
El texto de la Ley vigente (que se aplica a menores de 18 años) define si el niño debe ser entregado a su familia, a otra familia en caso de que ésta no funcione como tal, o a alguna institución. Lo evidente es que ninguna de las formas en las que es abordado, logra superar la emergencia. En las escuelas se incrementa la violencia y se habla vaciamente de derechos que nadie garantiza y solo se ven en juicios sin sentido, a un sistema perverso que “hace como si”. Las escuelas cargan con el depósito de niños al cual nadie quiere ver y todos se quejan…Docentes superados por la problemática social ponen mas de lo que pueden, familias que no existen y siguen desdibujando el rol de las Instituciones. Pero es así, HAY QUE MIRAR, y detenerse a pensar que solo a través de los límites podemos educar y, que no se puede revertir la situación social si nos quedamos en la lástima por el acontecer de cada niño. Las herramientas están, solo hay que ponerlas en acción y esas serán las mejores “armas” que los niños podrán manejar. Educar es un desafío, pero éste comienza en la familia como agente socializador primario, debiendo quedar en manos de la escuela la socialización secundaria y, volviendo a el rol que le corresponde a cada uno, valorizando las conductas Resilientes que cada niño atraviese para salir fortaleciendo de la adversidad y las problemáticas sociales.
Autora: Prof: Jorgelina Valeria Segretin
Escuela N° 9 DE 9°
jorgelinasegretin@yahoo.com.ar
Como sabemos, los jóvenes que cometen delitos son adolescentes que tienen sus derechos vulnerados. Son menores en riesgo, los cuales se encuentran demasiado lejos de la Ley del Patronato que les garantiza el derecho a la infancia. El niño es un sujeto de derecho, por ello, el pobre, el niño drogadicto y el niño delincuente forman una tríada casi siempre ensamblada, la cual es difícil de abordar debido a que los tres factores son de gravedad inindiscutible y se pierden de vista los derechos que les debieran ser garantizados.
Se escucha en diferentes ámbitos el tema de “que las familias son como son” y ninguna respuesta a la situación de riesgo a la que éstos están expuestos a diario por falta de referentes y contención social adecuadas. El Estado debe recuperar el rol de la familia y dar cumplimiento de esos derechos en la vida cotidiana.
Es necesario recordar que los niños delincuentes se encuentran en manos de un Régimen Penal de Minoridad, en el cual los jueces de menores actúan como si fueran sus padres, dependiendo de la situación personal y familiar del niño, y tratando de manejar el tema lo mas favorablemente posible, pero ¿Alcanza?, sin duda no, pues esta temática se incrementa día a día y parece ser cada vez mayor.
El texto de la Ley vigente (que se aplica a menores de 18 años) define si el niño debe ser entregado a su familia, a otra familia en caso de que ésta no funcione como tal, o a alguna institución. Lo evidente es que ninguna de las formas en las que es abordado, logra superar la emergencia. En las escuelas se incrementa la violencia y se habla vaciamente de derechos que nadie garantiza y solo se ven en juicios sin sentido, a un sistema perverso que “hace como si”. Las escuelas cargan con el depósito de niños al cual nadie quiere ver y todos se quejan…Docentes superados por la problemática social ponen mas de lo que pueden, familias que no existen y siguen desdibujando el rol de las Instituciones. Pero es así, HAY QUE MIRAR, y detenerse a pensar que solo a través de los límites podemos educar y, que no se puede revertir la situación social si nos quedamos en la lástima por el acontecer de cada niño. Las herramientas están, solo hay que ponerlas en acción y esas serán las mejores “armas” que los niños podrán manejar. Educar es un desafío, pero éste comienza en la familia como agente socializador primario, debiendo quedar en manos de la escuela la socialización secundaria y, volviendo a el rol que le corresponde a cada uno, valorizando las conductas Resilientes que cada niño atraviese para salir fortaleciendo de la adversidad y las problemáticas sociales.
Autora: Prof: Jorgelina Valeria Segretin
Escuela N° 9 DE 9°
jorgelinasegretin@yahoo.com.ar
miércoles, 25 de junio de 2008
La Consultoría Educacional.
Una mirada al rol del Consultor
Hace muy pocos días, más precisamente el 19 de abril pasado, apareció en el diario La Nación la noticia “Cómo prevenir la violencia en menores”. En ella había un subtítulo que enunciaba que las estrategias más efectivas fueron aquellas que se basaban en el trabajo con los padres.
En ese artículo dicen científicos londinenses que hay que darle un corte de raíz al problema apoyándose en estudios genéticos moleculares y por imágenes para indagar qué es lo que ocurre en los jóvenes cuando aparece el “comportamiento antisocial”.
Según Moffitt “los jóvenes que se convierten en criminales "de por vida" solían mostrar, ya temprano en sus vidas, algún tipo de impedimento neurológico o temperamentos problemáticos. Tienden a tener bajo cociente intelectual, pocas habilidades lingüísticas y diagnósticos de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno psiquiátrico caracterizado por violencia, crueldad hacia las personas y animales, y una tendencia a romper las reglas”. Pero lo que no se aclara en ningún momento en qué estudios se basaron para detectar todas esas alteraciones en los “jóvenes criminales de por vida”.
Más adelante Moffitt agrega que este comportamiento antisocial pudo chequearse en estudios realizados en gemelos y en adoptados y que su agresión presentaba un alto componente genético hereditario, y no le bastó con ello sino que atribuyó al componente genético nada más- ni nada menos que el 50% de la determinación del problema.
Otra investigadora atribuye a la falta de amor materno que los niños se conviertan en criminales, además de la falta de nutrición y el escaso peso al nacer.
En estos momentos, en Londres están investigando qué factores sociales son los que producen cambios en el cerebro que provocan este comportamiento antisocial. Además suman a la cuestión a la interacción de una enzima, la monoaminoxidasa, la criminalidad y el abuso en la infancia. Pareciera ser que la serotonina, molécula que regula la agresión y la monoaminoxidasa destruyen los neurotransmisores.
Otro de los “magistrales trabajos de campo” fue descubrir que niños de 9 años -abusados tempranamente- veían en mayor grado caras de hostilidad en los otros.
Por último habla de niños en situación de pobreza y de hambre, en instancias de deprivación (aludiendo al concepto Winnicottiano) y concluye en la frase “manipular el comportamiento en menores de 8 años es mucho más efectivo para prevenir el comportamiento antisocial precoz”[…] finalizando con un…”Pero ahora, con las herramientas para encontrar a los niños problemáticos temprano y darles la ayuda correcta, tenemos el poder de quebrar el círculo vicioso”.
Ya de por sí me parece pertinente diferenciar la idea de lo que significa un niño en la calle de lo que es un niño de la calle. No es lo mismo un chico que está todo el día en la calle y, luego regresa a su casa, que un chico cuyo hogar es la calle o que convive en ella con un hermano, con un amigo o en una “ranchada”.
No es lo mismo que se haya ido de su casa por propia determinación, con la necesidad de nuevas experiencias, que aquel otro que no tenía otra solución porque en su casa ya eran bastantes o- en el peor de los casos- porque sus padres los golpeaban o abusaban físicamente de ellos.
A veces, y lamentablemente, el hecho de haberse ido de su hogar, es un acto de autoprotección ya que, si bien se fuga a un lugar que representa un factor de riesgo, tal vez es menos riesgoso que su propio hogar.
Por otra parte en el artículo se menciona la situación de pobreza y de hambre. Considero que la vulnerabilidad no tiene una clase económica que abarque a cada estrato social.
La exclusión se produce tanto en situaciones de pobreza como en situaciones de riqueza.
Tal vez no es habitual que estos últimos casos sean tan visibles, pero alcanza con hacer un recorrido por los diferentes hechos producidos en nuestro país con jóvenes y niños que no tenían problemas económicos. Los problemas eran otros. La pérdida de la mirada y escucha atenta se produce en todos los contextos sin ser exclusivos de uno sólo.
Me parece que la investigación de los científicos londinenses tiene una mirada muy recortada, si se quiere, parcializada de la situación de violencia. Se busca simplificar, unicausalizar algo que es sumamente complejo, difícil y multicausal. Si reducimos y simplificamos en que la violencia se soluciona con buenos padres, seguramente la solución- o la que creamos que pueda serlo- irá alejándose cada vez más.
Tengo la suerte de ser Consultora psicológica y…docente, y una se siente como formando parte de las bisagras involucradas que hacen que diferentes puertas puedan abrirse.
Así como muchas veces se busca el apoyo de los padres, no es para que el docente- agente activo de la educación- "se lave las manos" sino para trabajar de manera conjunta. Cuando digo Educación no me estoy refiriendo únicamente a la escuela, sino a toda aquella institución que imparte cultura. La cultura es educación, la tradición hace a la educación, la política educa. Si sólo delimitara a la escuela como la institución que imparte exclusivamente educación, sería tan reduccionista como esta investigación. Que la escuela es la institución preponderante...no me cabe la menor duda, pero no es la única. Que los padres son importantes en la educación de los hijos, seguro, pero tampoco son los únicos. Un viejo proverbio africano reza: "Se necesita a todo un pueblo para educar a un niño". Miguel Santos Guerra, pedagogo malagueño agrega (SIC) "Se necesita a todo un BUEN pueblo para educar BIEN a un niño". En esta tarea estamos todos inmersos en un mismo momento social vivenciado en forma singular por cada participante.
Lewcowicz hablaba de “supuestos” descontextualizados en la realidad. Los padres suponen que los hijos son de determinada manera y ellos mismos se “suponen” de una forma como padres. Los docentes esperan recibir en sus aulas a alumnos “supuestamente” munidos de ciertas herramientas de las que, en realidad, carecen.
Todos los soportes más importantes y sólidos para los niños se están “licuando” a la acertada manera descriptiva de Bauman.
Tenemos instituciones que ya no son lo que eran porque la realidad fue cambiando vertiginosamente y solamente nos hemos quedado con supuestos. Este choque entre la realidad y la virtualidad hace que cada vez más la familia y la escuela se desentiendan, cada una viviendo la realidad de diferentes formas.
Los vínculos se eligen de manera diferente, las experiencias- si se las puede llamar experiencia- se vivencian de diferentes formas. Todo es Light, todo es rápido y descartable y, si queremos sobrevivir en este mar social licuado, tendremos que resistir las influencias un sistema neoliberal que nos va marcando cómo tenemos que ser, sentir y pensar para pertenecer a algo sin quedar en situación de vulnerabilidad y exclusión. Y buscar rehacerse a pesar de ello.
Tenemos niños que dejaron de ser niños, cuya infancia se ha perdido y frágiles ante esta realidad, pero también tenemos adultos que dejaron de ser adultos, que sueñan con la eterna juventud y también frágiles ante la realidad indiscutible del paso del tiempo. Niños vulnerables. Adultos vulnerables.
Este clivaje generacional, esta separación de la realidad y del deseo, produce frustración.
Tal vez se trate de desaprender lo conocido para dar paso a conocimientos y vínculos nuevos.
Pero ¿Qué cuestiones son las que la Consultoría Educacional debiera tener en cuenta?
Justamente considero que la Consultoría Educacional podría servir de mediadora en esta fractura entre las instituciones más “supuestamente confiables” de la actualidad: el hogar y la escuela.
Deprivación no significa carencia sino, haber tenido y perdido aquello que se tuvo o creyó tener. Partiendo de esa base, se podría empezar a trabajar tratando de rescatar lo perdido. Fundamentalmente la pérdida de la palabra, no como lenguaje solamente sino como identidad del sujeto. El sujeto es palabra.
La Consultoría Educacional permite el diálogo entre estas instituciones que navegan a la deriva como los únicos estamentos semisólidos que aún flotan en la liquidez.
Poder habilitar un espacio para la escucha y la palabra, para plantear acuerdos establecidos conjuntamente ya es una buena oportunidad. Dejar en claro que no se trata de buscar culpables sino de hacernos responsables cada parte de la función que nos compete, ya sería una maravilla. Si le agregamos a esto la posibilidad de tener reuniones periódicas para evaluar el proceso desde que se comenzó a trabajar mancomunadamente hasta el encuentro siguiente…creo que tenemos un 80% ganado en esta gestión de rescate.
¿Se puede pretender el 100%? No creo que sea lo importante. Ya la actitud de comprometerse y actuar en consecuencia, nos ayuda a lograr y superar ese 100% “supuesto e ideal”. No nos olvidemos que para la escuela, se estaba haciendo el 100% de lo que se podía, pero para la familia también. Y lo mismo ocurrirá con los consultores para quienes es función primordial no “creerse” el 100%, porque estaría anclándose en supuestos dañinos para el buen ejercicio profesional.
Recordar que detrás de cada niño vulnerable, hay un adulto que mostró su propia vulnerabilidad a ese niño que hoy sufre.
Poder reafirmar al adulto, ayudarlo a ser autoridad sin ser autoritario, a ser portador de la confianza sin caer en el amiguismo, poder resaltarle los aciertos sin dejar de lado los desaciertos, siempre apuntando a que lo que está realizando implica un sacrificio enorme, pero también un acto de amor inigualable para ese chico que está pasándola mal, sería un buen comienzo.
Tener en cuenta que los Consultores Educacionales no son los que “van a poner orden” en la gestión directiva institucional ni dentro del seno familiar, sino más bien los que van a permitir que el diálogo se puede entablar entre las partes que están resquebrajadas.
Así como no se puede hablar de la infancia sino de las infancias tampoco se puede hablar de “el hogar” o de “la escuela” como ideales consumados y fuertes intocables e intocados por la conmoción social. Estaremos hablando de hogares y escuelas plurales que buscarán con la ayuda y el criterio profesional de los consultores las soluciones que consideren más propicias para cada situación en particular.
Para poder arribar al tratamiento del problema sería fructífero en primera medida, darle diferentes lecturas al conflicto ya que cada una de las partes leerá la conflictiva desde su propio marco. Esta lectura diferente, también posibilitará que cada uno plantee diversas estrategias de acuerdo a cómo se halle posicionado.
Poder realizar el tratamiento del conflicto, sin eludirlo, sin disolverlo y, sobre todo, sin “taparlo” producirá que situaciones que parecían permanentes y perdurables puedan descomprimirse para dar paso al diálogo, a la pregunta y, sobre todo, al establecimiento de la duda que ayudará a evaluar las estrategias implementadas y los resultados obtenidos fuera de toda certeza, para poder realizar los cambios sustanciales correspondientes y brindar así un “aire” nuevo, diferente, más allá de que sea el mejor, pero sí que sea distinto.
Recordemos que cambio no es mejora. Se puede estar mejor, más aliviado, sin que se haya producido el cambio necesario.
La Consultoría tendría que habilitar este proceso desde el posicionamiento de la duda, de la prueba, del acceso a la palabra, al acuerdo y, sobre todo, de brindar el sostén que ambas instituciones- hogar- escuela- necesitan para poder solidificarse.
Rescatar aquellas cosas de las que fueron deprivadas sería el horizonte al que apuntar, sin dejar de mirar el sendero que se está transitando.
Graciela E. S Simari
E-mail: esdegraciela@yahoo.com.ar
Teléfono: 46746167 ( 011)
Celular: 1569679771
Hace muy pocos días, más precisamente el 19 de abril pasado, apareció en el diario La Nación la noticia “Cómo prevenir la violencia en menores”. En ella había un subtítulo que enunciaba que las estrategias más efectivas fueron aquellas que se basaban en el trabajo con los padres.
En ese artículo dicen científicos londinenses que hay que darle un corte de raíz al problema apoyándose en estudios genéticos moleculares y por imágenes para indagar qué es lo que ocurre en los jóvenes cuando aparece el “comportamiento antisocial”.
Según Moffitt “los jóvenes que se convierten en criminales "de por vida" solían mostrar, ya temprano en sus vidas, algún tipo de impedimento neurológico o temperamentos problemáticos. Tienden a tener bajo cociente intelectual, pocas habilidades lingüísticas y diagnósticos de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno psiquiátrico caracterizado por violencia, crueldad hacia las personas y animales, y una tendencia a romper las reglas”. Pero lo que no se aclara en ningún momento en qué estudios se basaron para detectar todas esas alteraciones en los “jóvenes criminales de por vida”.
Más adelante Moffitt agrega que este comportamiento antisocial pudo chequearse en estudios realizados en gemelos y en adoptados y que su agresión presentaba un alto componente genético hereditario, y no le bastó con ello sino que atribuyó al componente genético nada más- ni nada menos que el 50% de la determinación del problema.
Otra investigadora atribuye a la falta de amor materno que los niños se conviertan en criminales, además de la falta de nutrición y el escaso peso al nacer.
En estos momentos, en Londres están investigando qué factores sociales son los que producen cambios en el cerebro que provocan este comportamiento antisocial. Además suman a la cuestión a la interacción de una enzima, la monoaminoxidasa, la criminalidad y el abuso en la infancia. Pareciera ser que la serotonina, molécula que regula la agresión y la monoaminoxidasa destruyen los neurotransmisores.
Otro de los “magistrales trabajos de campo” fue descubrir que niños de 9 años -abusados tempranamente- veían en mayor grado caras de hostilidad en los otros.
Por último habla de niños en situación de pobreza y de hambre, en instancias de deprivación (aludiendo al concepto Winnicottiano) y concluye en la frase “manipular el comportamiento en menores de 8 años es mucho más efectivo para prevenir el comportamiento antisocial precoz”[…] finalizando con un…”Pero ahora, con las herramientas para encontrar a los niños problemáticos temprano y darles la ayuda correcta, tenemos el poder de quebrar el círculo vicioso”.
Ya de por sí me parece pertinente diferenciar la idea de lo que significa un niño en la calle de lo que es un niño de la calle. No es lo mismo un chico que está todo el día en la calle y, luego regresa a su casa, que un chico cuyo hogar es la calle o que convive en ella con un hermano, con un amigo o en una “ranchada”.
No es lo mismo que se haya ido de su casa por propia determinación, con la necesidad de nuevas experiencias, que aquel otro que no tenía otra solución porque en su casa ya eran bastantes o- en el peor de los casos- porque sus padres los golpeaban o abusaban físicamente de ellos.
A veces, y lamentablemente, el hecho de haberse ido de su hogar, es un acto de autoprotección ya que, si bien se fuga a un lugar que representa un factor de riesgo, tal vez es menos riesgoso que su propio hogar.
Por otra parte en el artículo se menciona la situación de pobreza y de hambre. Considero que la vulnerabilidad no tiene una clase económica que abarque a cada estrato social.
La exclusión se produce tanto en situaciones de pobreza como en situaciones de riqueza.
Tal vez no es habitual que estos últimos casos sean tan visibles, pero alcanza con hacer un recorrido por los diferentes hechos producidos en nuestro país con jóvenes y niños que no tenían problemas económicos. Los problemas eran otros. La pérdida de la mirada y escucha atenta se produce en todos los contextos sin ser exclusivos de uno sólo.
Me parece que la investigación de los científicos londinenses tiene una mirada muy recortada, si se quiere, parcializada de la situación de violencia. Se busca simplificar, unicausalizar algo que es sumamente complejo, difícil y multicausal. Si reducimos y simplificamos en que la violencia se soluciona con buenos padres, seguramente la solución- o la que creamos que pueda serlo- irá alejándose cada vez más.
Tengo la suerte de ser Consultora psicológica y…docente, y una se siente como formando parte de las bisagras involucradas que hacen que diferentes puertas puedan abrirse.
Así como muchas veces se busca el apoyo de los padres, no es para que el docente- agente activo de la educación- "se lave las manos" sino para trabajar de manera conjunta. Cuando digo Educación no me estoy refiriendo únicamente a la escuela, sino a toda aquella institución que imparte cultura. La cultura es educación, la tradición hace a la educación, la política educa. Si sólo delimitara a la escuela como la institución que imparte exclusivamente educación, sería tan reduccionista como esta investigación. Que la escuela es la institución preponderante...no me cabe la menor duda, pero no es la única. Que los padres son importantes en la educación de los hijos, seguro, pero tampoco son los únicos. Un viejo proverbio africano reza: "Se necesita a todo un pueblo para educar a un niño". Miguel Santos Guerra, pedagogo malagueño agrega (SIC) "Se necesita a todo un BUEN pueblo para educar BIEN a un niño". En esta tarea estamos todos inmersos en un mismo momento social vivenciado en forma singular por cada participante.
Lewcowicz hablaba de “supuestos” descontextualizados en la realidad. Los padres suponen que los hijos son de determinada manera y ellos mismos se “suponen” de una forma como padres. Los docentes esperan recibir en sus aulas a alumnos “supuestamente” munidos de ciertas herramientas de las que, en realidad, carecen.
Todos los soportes más importantes y sólidos para los niños se están “licuando” a la acertada manera descriptiva de Bauman.
Tenemos instituciones que ya no son lo que eran porque la realidad fue cambiando vertiginosamente y solamente nos hemos quedado con supuestos. Este choque entre la realidad y la virtualidad hace que cada vez más la familia y la escuela se desentiendan, cada una viviendo la realidad de diferentes formas.
Los vínculos se eligen de manera diferente, las experiencias- si se las puede llamar experiencia- se vivencian de diferentes formas. Todo es Light, todo es rápido y descartable y, si queremos sobrevivir en este mar social licuado, tendremos que resistir las influencias un sistema neoliberal que nos va marcando cómo tenemos que ser, sentir y pensar para pertenecer a algo sin quedar en situación de vulnerabilidad y exclusión. Y buscar rehacerse a pesar de ello.
Tenemos niños que dejaron de ser niños, cuya infancia se ha perdido y frágiles ante esta realidad, pero también tenemos adultos que dejaron de ser adultos, que sueñan con la eterna juventud y también frágiles ante la realidad indiscutible del paso del tiempo. Niños vulnerables. Adultos vulnerables.
Este clivaje generacional, esta separación de la realidad y del deseo, produce frustración.
Tal vez se trate de desaprender lo conocido para dar paso a conocimientos y vínculos nuevos.
Pero ¿Qué cuestiones son las que la Consultoría Educacional debiera tener en cuenta?
Justamente considero que la Consultoría Educacional podría servir de mediadora en esta fractura entre las instituciones más “supuestamente confiables” de la actualidad: el hogar y la escuela.
Deprivación no significa carencia sino, haber tenido y perdido aquello que se tuvo o creyó tener. Partiendo de esa base, se podría empezar a trabajar tratando de rescatar lo perdido. Fundamentalmente la pérdida de la palabra, no como lenguaje solamente sino como identidad del sujeto. El sujeto es palabra.
La Consultoría Educacional permite el diálogo entre estas instituciones que navegan a la deriva como los únicos estamentos semisólidos que aún flotan en la liquidez.
Poder habilitar un espacio para la escucha y la palabra, para plantear acuerdos establecidos conjuntamente ya es una buena oportunidad. Dejar en claro que no se trata de buscar culpables sino de hacernos responsables cada parte de la función que nos compete, ya sería una maravilla. Si le agregamos a esto la posibilidad de tener reuniones periódicas para evaluar el proceso desde que se comenzó a trabajar mancomunadamente hasta el encuentro siguiente…creo que tenemos un 80% ganado en esta gestión de rescate.
¿Se puede pretender el 100%? No creo que sea lo importante. Ya la actitud de comprometerse y actuar en consecuencia, nos ayuda a lograr y superar ese 100% “supuesto e ideal”. No nos olvidemos que para la escuela, se estaba haciendo el 100% de lo que se podía, pero para la familia también. Y lo mismo ocurrirá con los consultores para quienes es función primordial no “creerse” el 100%, porque estaría anclándose en supuestos dañinos para el buen ejercicio profesional.
Recordar que detrás de cada niño vulnerable, hay un adulto que mostró su propia vulnerabilidad a ese niño que hoy sufre.
Poder reafirmar al adulto, ayudarlo a ser autoridad sin ser autoritario, a ser portador de la confianza sin caer en el amiguismo, poder resaltarle los aciertos sin dejar de lado los desaciertos, siempre apuntando a que lo que está realizando implica un sacrificio enorme, pero también un acto de amor inigualable para ese chico que está pasándola mal, sería un buen comienzo.
Tener en cuenta que los Consultores Educacionales no son los que “van a poner orden” en la gestión directiva institucional ni dentro del seno familiar, sino más bien los que van a permitir que el diálogo se puede entablar entre las partes que están resquebrajadas.
Así como no se puede hablar de la infancia sino de las infancias tampoco se puede hablar de “el hogar” o de “la escuela” como ideales consumados y fuertes intocables e intocados por la conmoción social. Estaremos hablando de hogares y escuelas plurales que buscarán con la ayuda y el criterio profesional de los consultores las soluciones que consideren más propicias para cada situación en particular.
Para poder arribar al tratamiento del problema sería fructífero en primera medida, darle diferentes lecturas al conflicto ya que cada una de las partes leerá la conflictiva desde su propio marco. Esta lectura diferente, también posibilitará que cada uno plantee diversas estrategias de acuerdo a cómo se halle posicionado.
Poder realizar el tratamiento del conflicto, sin eludirlo, sin disolverlo y, sobre todo, sin “taparlo” producirá que situaciones que parecían permanentes y perdurables puedan descomprimirse para dar paso al diálogo, a la pregunta y, sobre todo, al establecimiento de la duda que ayudará a evaluar las estrategias implementadas y los resultados obtenidos fuera de toda certeza, para poder realizar los cambios sustanciales correspondientes y brindar así un “aire” nuevo, diferente, más allá de que sea el mejor, pero sí que sea distinto.
Recordemos que cambio no es mejora. Se puede estar mejor, más aliviado, sin que se haya producido el cambio necesario.
La Consultoría tendría que habilitar este proceso desde el posicionamiento de la duda, de la prueba, del acceso a la palabra, al acuerdo y, sobre todo, de brindar el sostén que ambas instituciones- hogar- escuela- necesitan para poder solidificarse.
Rescatar aquellas cosas de las que fueron deprivadas sería el horizonte al que apuntar, sin dejar de mirar el sendero que se está transitando.
Graciela E. S Simari
E-mail: esdegraciela@yahoo.com.ar
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martes, 24 de junio de 2008
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APRENDIENDO DE NUESTRAS EMOCIONES
("El Asistente Interior" del Dr. Norberto Levy)
Objetivos:
Aprender a poner orden en el caos emocional de nuestra vida, integrando lo que nunca debió ser dividido: el cuerpo (cuerpo físico, emociones), la mente y el espíritu.
Con una mirada holística del ser humano, trabajando desde la conciencia y con técnicas que nos permitirán comprender el mensaje que las emociones tienen para darnos.
Dictado por: Lic. ALICIA HENDLER
Psicóloga UBA, Psicóloga Sistémica CEFIP, Psicoterapeuta Formada en el Centro Transpersonal de Buenos Aires y en el Asistente Interior del Dr. Norberto Levy
Duración: Cuatro Meses
Horario: Lunes de 18 a 19,30 hs.
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