Tengamos la edad que tengamos, nuestra ilusión es que somos seres libres y autónomos; libres para la toma de decisiones, autónomos para comportarnos de la manera que pensamos es la mejor para nosotros.
No nos damos cuenta que nuestra persona viene acompañada de todo el bagaje de mandatos y condicionamientos con los que fuimos educados y fueron transmitidos de generación en generación, dependiendo ello de nuestro lugar de origen con la cultura correspondiente.
Para convertirnos en verdaderos seres autónomos en primer lugar debemos preguntarnos ante cada decisión qué es lo que realmente deseamos hacer o pensar. Podemos elegir…, elegir libre de culpas por pensar distinto de quienes nos educaron o también elegir actuar como nos enseñaron; pero porque elegimos la enseñanza y la hacemos nuestra.
Todo esto requiere un trabajo de introspección para así llegar a conocernos y poder discernir y elegir libremente.
Vivimos en un mundo de proyecciones, ya que lo que veo afuera es lo que tengo dentro y para cambiar la mirada exterior es preciso el cambio dentro nuestro.
Aprendamos que siempre hay dos maneras de ver las cosas, siempre está presente la otra alternativa aunque no la veamos claramente pues tenemos la vista nublada por nuestra percepción condicionada.
Son nuestros propios pensamientos los que nos lastiman, es nuestra mirada acerca de las cosas la que nos hace ver la realidad recortada, son nuestros propios juicios acerca de nosotros mismos los que nos quitan el sueño y no nos dejan vivir en paz.
Frente a todo esto tenemos la esperanza del autoconocimiento para el cual y como único requerimiento solo necesitamos de nuestra voluntad para emprenderlo acompañados por quien nos acepte tal cual somos con una mirada libre de juicios.
Clr. Marta Tarrero Cáceres
Cel. 15 4058 6451
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