El hacerle frente al obstáculo consiste en tener consciencia de la voluntad de poder lucharlo.
Constantemente nos vemos envueltos en situaciones de gran pasión. Nuestro ser es incapaz de hacer caso omiso de muchas situaciones con grados muy altos de conmoción. Cuando hablo de grados establezco una instancia de medida, bajo la cual me baso en que todos los hechos que el ser experimenta pueden ser mas o menos “algo”, siempre. En dicho caso, “algo”, sería un sinónimo de un sinfín de opciones, pero podríamos nombrar las más comunes: Un hecho puede ser mas o menos fuerte, mas o menos irrisorio, mas o menos irrelevante, mas o menos traumático, difícil, divertido, etcétera. Desde ya y, completamente a priori, descartamos la idea de que las cosas pueden o bien, podrían catalogarse en bandos de blancos y negros; carecemos de la sutileza mental capaz de establecer dichas categorías. El ser humano sería mucho más feliz en el mundo si podría ubicar perfectamente las cosas en su lugar determinado para así no angustiarse frente a la frecuente frustración de las incertidumbres cotidianas.
Entre el acontecer de la formación de cada uno de nosotros y un obstáculo trivial, se encuentra un elemento. La propuesta es la de conocer ese elemento y afianzarnos a la idea de que existe siempre un motivo para conllevar aquel obstáculo que nos inmoviliza. La formación del ser hace a la constitución del mismo. Ahora bien, el término constitución nos incita a pensar en un ser acabado, un ser constituido. Es válida por supuesto esa interpretación del término, pero también considero importante realizar una salvedad: El ser está constituido desde el momento que está en el mundo, porque existe en él y es una totalidad en sí mismo, pero a su vez, el ser acontece y se constituye en cada momento; en dicho caso, la constitución del ser, o un aspecto de su constitución, si se quiere así, nunca está acabado, sino que está en constante devenir; ¿y ese devenir a que se refiere?, Diría cualquiera, a lo que bien podríamos responder: que ese devenir lleva consigo una linealidad, una dirección, hacia algo superior, algo trascendental. Todo lo referente a lo trascendental, tiene que ver mas bien con una concepción metafísica heredada de la filosofía griega; sin detenernos en esa concepción, propongo la fijación en el hecho de que el ser no es un ser acabado, sino que constantemente lucha frente a distintos obstáculos que el entorno, o a veces su mente, le colocan en el camino.
La pregunta ahora sería, ¿cuál es ese elemento? El elemento es la transición del obstáculo. La vida misma es el tercer elemento de ésta tríada. Entre el ser humano y el obstáculo se encuentra el transitar y sinónimos de dicha acción son muchas otras acciones las cuales podríamos mencionar durante horas. Sea cual fuere la opción que uno como ser humano elija, estaría de todas maneras aconteciendo y transitando ese obstáculo le haga frente o no, el obstáculo va a seguir estando siempre allí hasta que se lo supere, se lo elimine o se lo haga a un lado. La última opción es siempre peligrosa ya que, por lo general, los obstáculos de los cuales uno escapa, piensan por sí solos y nos vuelven a buscar en otro momento de la vida; la sabia naturaleza no por nada es sabia. Entonces, el elemento es la vida, si carecemos de la voluntad de vivir el vacío será difícil de llevar a cabo. Mientras exista tal elemento el obstáculo tendrá un motivo para luchar y ser luchado; mecanismo directamente aplicable al opuesto del obstáculo que somos nosotros, el ser; mientras el ser tenga motivos de luchar seguirá viviendo. La lucha en sí es sana, porque sin ésta, nos encontraríamos frente a la nada y si algo que la vida no tiene es “nada”. La “nada” se siente cuando nos sentimos vacíos, pero es sólo una sensación, no es real.
Desencadenamos así en conocer que entre el obstáculo y el ser siempre se encuentra la vida, o bien, la posibilidad de transitar dicha situación obstaculizadora. Cuando nos engañamos a nosotros mismos, aceptando que no podemos hacerle frente al obstáculo, le concedemos el poder de ser eliminados por él. Se trata de luchar conociendo y afirmando que tenemos la posibilidad de afrontar un obstáculo. Hablamos, y es importante aclararlo, antes de cerrar el presente artículo, que cuando hablamos de obstáculo, nos referimos siempre al obstáculo de la psique, y no a un obstáculo físico o de fuerzas mayores, los cuáles a veces sí pueden llegar a vencernos por mas voluntad o noción de la vida que tengamos. Pero si es también sumamente importante y oportuno aclarar, que cuanto más nos encontremos fuertes y optimistas a competir, en el buen sentido de la palabra, con los obstáculos, cualquiera, y digo cualquiera de dichos obstáculos, será mucho más fácil de llevar a cabo. La muerte de un ser querido, la falta de dinero, la decadencia de la sociedad, la discriminación, la denigración, la marginación, el aislamiento, la culpa, la carencia de afecto; todos juntos, podría decir que son los obstáculos más horribles que pueda transitar un ser humano y, sin embargo, todos ellos, son llevaderos, si el ser que los afronta se encuentra seguro de sí mismo y con la voluntad necesaria para transitarlos. No es una tarea fácil, pero siendo fieles compañeros de nuestro ser y de su mente, que no siempre es amistosa, y el acompañamiento terapéutico necesarios, las peores situaciones de angustia siempre son superadas.
Pablo A. Cordes
Consultor Psicológico
Cel: 156 013 4220
pablocordes@ciudad.com.ar
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1 comentario:
Esto sí que es bueno. No sé mucho de psicología pero he leído bastante y he sufrido un poco mas de lo que he leído y debo confesar que es hermoso leer algo asi.
como siempre, es mejor que venga de tu mano.
Cariños.
Fernanda.
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